Siempre hablamos de lo cargado del calendario-fútbol. Y siempre lo hacemos desde una perspectiva del jugador. Lo inhumano que es. La cantidad de partidos por temporada. La imposibilidad de mantener el nivel. Sin embargo, nunca lo hacemos desde nuestro lado, el del aficionado.
Pero ya está bien. Nosotros también necesitamos descansar. Dejarnos unos meses de verano. No nos da tiempo a desconectar. Acabamos de terminar la Champions. Se supone que es el fin. Pero no. Hasta finales de junio no sabremos quién sube a Primera. Sufrimiento eterno.
Pero no solo es eso. Es que en una semana empieza la Eurocopa y no nos da tiempo a generarnos ‘hype’. Es como un partido contínuo y ahora toca las selecciones. En dos semanas, la Copa América. Otro torneo brillante. Otro torneo que no para.
Se hace agotador querer seguir todo. Querer saber sobre todo. Eso genera hastío. Al menos en España, no hay gran furor por seguir estas competiciones. Con lo que han sido, sobre todo esas Euros de 16 equipos y no estos macrotorneos en los que nada importa hasta las eliminatorias.
Más selecciones. Más partidos. Más dinero para los organizadores. Más morralla para nuestros ojos. Pero, ahí estaremos. Porque nos encanta. Porque un Rumania-Ucrania un lunes a las 15h, entra solo con el café. Pero, estamos agotados.
Y no tiene solución cercana. Porque en cuanto acaben las competiciones continentales, allá por el 15 de julio, la mayoría de los clubes de fútbol estarán ya de pretemporada. De repente, sin comerlo ni beberlo, estaríamos en una nueva campaña. Una pescadilla que se muerde la cola.
Una campaña, la 24/25 que tendrá siete competiciones. Empezará en agosto y terminará en julio con el nuevo Mundial de Clubes. Una aberración y una maratón para todos: jugadores, entrenadores, dirigentes, medios y aficionados. Esto tiene que parar.
Siempre miramos a Estados Unidos como ejemplo a la hora de generar productos de entretenimiento. Porque, admitámoslo, el fútbol ya no es un deporte. Pero aquí no les seguimos. Allí, la competición más vista, la NFL, se juega en 5 meses. Todo importa. No hay partidos de relleno.
Este problema, el de la expansión del calendario hasta prácticamente ser una constante en nuestras vidas, no tiene mucha solución. Mientras los de arriba quieran seguir exprimiendo el negocio y nosotros sigamos consumiendo, el fútbol nunca parará.